Tarraco, la gran ciudad romana de la Costa Daurada

Tarragona ha convivido siempre con Tarraco, pero para proteger y salvaguardar su rico conjunto patrimonial, la Unesco la declaró Patrimonio Mundial en el 2000. Hoy, cuando caminas por Tarragona es como si pasearas por las vías de Tarraco. La plaza de la Font, por ejemplo, donde hoy está el Ayuntamiento, ¿sabías que se encuentra en medio del Circo romano de Tarraco? En la plaza se ubicaba la espina, que era la pared de media altura que separaba los dos sentidos de la carrera y que servía para que las vigas y las cuadrigas, tiradas por potentes caballos, dieran la vuelta a la elíptica plaza buscando la victoria y el honor. Por cierto, Tarraco tenía también a sus ídolos locales: Eutyches y Fuscvs, que fueron dos de los grandes aurigas del imperio, lo que hoy equivaldría a los mejores pilotos de Fórmula-1 o de Moto GP. A ambos lados del Circo (¡que tenía capacidad para alojar a 20.000 espectadores!), todavía quedan de pie, y los puedes admirar, trozos de las gradas que son una maravilla. Y en el subsuelo, si entras en el Museo de Historia, podrás descubrir las entrañas laberínticas del Circo.

Una de las imágenes icónicas de la ciudad, presente en miles de postales es el anfiteatro. Estratégicamente situado a pies del mar Mediterráneo, el Mare Nostrum, su arena había visto los grandes espectáculos que acogía, desde luchas navales a luchas de gladiadores o el sacrificio de mártires, como el obispo Fructuoso y sus diáconos Eulogio y Augurio, quemados vivos el 21 de enero de 259. Por cierto, Tarragona acoge cada año, entre los meses de mayo y junio, las jornadas de divulgación histórica Tarraco Viva, donde se recrean estas y otras escenas típicas de la romanidad en una atmósfera única y un ejemplar rigor histórico. También recupera, con las jornadas Tarraco a Taula (Tarraco en la mesa) los platos y guisos típicos de la época. ¡Te invitamos a sentarte y a disfrutar de la cocina romana!