Los castillos del Gaià y la zona húmeda de Els Muntanyans

Castell de Tamarit

ALTAFULLA

TORREDEMBARRA

Comienza el paseo en la playa de Altafulla, y en dirección sur, por el incomparable paseo de las Botigues del Mar, una de las joyas intactas de la Costa Daurada. Las casitas blancas junto a la arena de este barrio de Altafulla han quedado ancladas en el tiempo y convierten el paseo en un retorno a la costa de nuestros abuelos. Se construyó para que los comerciantes guardaran la mercancía y los pescadores, los aparatos náuticos y las redes. Cuando se acaba el paseo, quizás tendrás que quitarte los zapatos para caminar por la arena hasta llegar al primer castillo del trayecto, el Castillo de Tamarit.

Tienes que dar toda la vuelta a la edificación y a la antigua Vila Closa de Tamarit para tener una vista cien por cien satisfactoria. Sigue el camino de ronda, muy rocoso. Los estilos románico, gótico y renacentista se combinan en este castillo del siglo XII, que protegió el municipio de las invasiones piratas durante la Edad Media. Nada hace pensar que hace un siglo estaba medio en ruinas. Hoy se exhibe majestuoso después de que el filántropo norteamericano Charles Deering y el pintor catalán Ramón Casas lo rehabilitaran de arriba abajo. Es de propiedad privada y normalmente no se puede entrar, pero si te pica la curiosidad, tienes dos opciones: verlo desde la distancia o casarte haciendo una gran fiesta y alquilar todo el castillo para hacer un convite por todo lo alto. ¡Está en vuestras manos!

Al pie del Castillo de Tamarit, si soportas bien el frío, te puedes remojar en la preciosa Cala Jovera -en verano siempre es una mejor idea-. Es uno de los rincones de costa más singulares de la Costa Daurada y ofrece una postal digna de fotografía.

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Altafulla, Costa Daurada, Torredembarra, Muntanyans

El Castillo de Altafulla y la Vila Closa

En un paseo en coche, estáis en el barrio antiguo de Altafulla, un espacio que lleva el nombre de Vila Closa y que ha sido declarado Bien Cultural de Interés Nacional. La Vila Closa está formada por un conjunto medieval cerrado por restos de muralla, torres y portales, remodelado después de la Guerra dels Segadors, y durante el siglo XVIII. Es fantástico ver cómo las almenas triangulares del Castillo de los Montserrat recortan el cielo.

La vista la encontraréis desde detrás, justo desde fuera de las murallas de la Vila Closa, donde está integrada. Las garitas de seguridad le acaban de dar el aspecto de fortificación tan característica. El castillo tiene el origen en el siglo XI, y el último servicio bélico que prestó fue durante la Guerra Civil Española, cuando alojó tropas y milicianos. El Castillo de Altafulla, de titularidad privada y propiedad del Marqués de Tamarit y familia de los Montserrat, es visitable por el público general desde el octubre de 2019, cuando se obliga a hacer visitable un edificio declarado como Bién Cultural de Interés Nacional.

Ya dentro las murallas, la plaza de Sant Antoni d’Altafulla, al pie del castillo y de la iglesia de Sant Martí, es un espacio perfecto para tomar el fresco y dejar que los niños jueguen sin miedo a perderlos. Realmente, hay pocos rincones tan bonitos como éste y tan poco concurridos en toda Cataluña.

El espacio cerrado que forman el castillo, la iglesia y la rectoría se ha convertido en una de las plazas con mejor acústica del país. En verano se hacen ciclos de conciertos y poesía. Y la nota genuina la pone una "peluquería de señoras" que también debe ser de las más antiguas de estas comarcas. En verano se realizan visitas guiadas por la Vila Closa -declarada bien de interés nacional como centro histórico amurallado - que hay que reservar con antelación. La guía le pone un énfasis y quiere tanto el pueblo que te cautivará.

A pie o en bicicleta a Els Muntanyans

Es difícil descubrir la zona de marismas de Els Muntanyans sin tener ninguna referencia previa. Por eso te la recomendamos poderosamente desde esta TripIdea. Con la excepción del Delta de l'Ebre, ya no quedan en la costa catalana zonas de dunas (muntanyans) y espacios naturales costeros como estas marismas. El extraordinario valor de este lugar es todo en esta singularidad y en la excelente conservación en que se encuentra.

El espacio natural tiene 62 hectáreas y lo cruzan pasarelas y caminos adecuados para ir a pie o en bicicleta en familia. Eso sí, se necesita respeto y mucha paciencia para poder observar la fauna que aquí se concentra: patos, lagartijas de cola roja o incluso flamencos. La playa de siete kilómetros -entre Creixell y Roda de Berà-, que protege Els Muntanyans, es un paseo marítimo natural como pocos. Un secreto digno de conocer.