El Mont-roig que inspiró a Miró
No hay nadie que no conozca el mundo imaginario de Joan Miró, uno de los máximos exponentes del surrealismo a escala internacional. Quizás muchos tenemos sus imágenes y esculturas en el jefe o incluso hemos visitado la Fundació Joan Miró ubicada en Barcelona. Pero para conocer el universo originario de Miró, sus raíces primigenias —de las cuales deriva su obra posterior—, hay que ir a Mont-roig del Camp, un delicioso pueblecito de la Costa Daurada.
El padre de Joan Miró era un herrero de Cornudella del Montsant que a principios del siglo XX se trasladó a Barcelona, donde montó un taller de orfebrería y relojería. Pero, cuál era el vínculo directo que unía el joven Miró con Mont-roig del Camp? Pues en 1911, la fiebre tifoidea le obligó a irse de Barcelona e instalarse en la masía que su padre había comprado a los marqueses de Mont-roig del Camp.
Esta experiencia fue clave en su vida. Miró siempre le fue fiel a Mont-roig del Camp y su masía, a la que iba cada verano. "Toda mi obra está concebida en Mont-roig”, dijo el artista. De hecho, la trayectoria de Miró tiene en Mont-roig del Camp su inicio, puesto que fue allí donde decidió que se dedicaría a la pintura.
FOTO: @fundació_mas_miró
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